El valor del sacrificio: Redefinir para vivir con propósito y familia.

“No es que las cosas sean difíciles y por eso no nos atrevamos; es que no nos atrevemos, y por eso se vuelven difíciles.” — Séneca
Diez años después.
Parece que fue ayer, pero hace más de una década tomé una decisión que me cambió la vida. Dejé un empleo estable, bien remunerado, en el que tenía reconocimiento y seguridad, para lanzarme al abismo del emprendimiento.
Sin garantías, ni red, ni manuales. Con incertidumbre pero una visión clara: construir una nueva vida en la que el trabajo estuviera alineado con mis valores y donde la familia fuese el centro que todo lo mueve.
Esto último pudiera parecer una contradicción, ya que estaba en una posición cómoda, bien remunerada que parecería es justo lo que mi familia necesitaba, estabilidad. Sin embargo, una importante crisis en el seno de mi trabajo y mi nueva etapa como padre me impulsaba a buscar algo más desde hacía unos años. Realmente no quería convertirme en un padre que no ve crecer a sus hijos y entendía que como profesional necesitaba nuevos retos, aunque esto implicara un salto al vacío.
Fue una decisión dura. Mucho más de lo que la gente ve desde fuera. Porque me unía un gran aprecio, porque el trabajo realizado había sido reconocido y por mil razones más.
Por otro lado, emprender no es solo montar un negocio: es poner tu alma en juego. Y cuando no sale bien —porque en el caso de una startup casi nunca sale bien— te lo cobra todo. El sueño, el ánimo, las fuerzas. Pero seguí. A cada obstáculo, volvía a superarlo. Estaba en el camino y todas las piezas las pude reorganizar y puede ser testigo del avances de mis hijos en el día a día, desde el minuto 1 del cambio.
Disciplina y renuncia: los pilares invisibles
“Elige no ser perjudicado, y no lo serás.” — Marco Aurelio
Cuando decides un cambio así, te aseguro que no vas a encontrar apoyos, mucha gente incluso en tu círculo más cercano no lo entenderán. Sin embargo esa frase anterior de Marco Aurelio es sin duda un escudo, te invito a reflexionar sobre ella.
El emprendimiento es un acto de fe en uno mismo. No hay horarios fijos, ni sueldos garantizados. Hay noches de insomnio, momentos de duda, y días en los que sientes que todo se tambalea. Pero también hay algo inmenso: el poder de decidir. De construir algo propio, de mirar atrás y saber que lo diste todo.
Sin saberlo, fui aplicando principios del estoicismo: centrarme en lo que dependía de mí —mi actitud, mi esfuerzo, mi capacidad de resistir— y soltar lo que no podía controlar. Aprendí que el sacrificio, si tiene sentido, se transforma en fortaleza. Que la disciplina, cuando nace del propósito, es libertad. Y que no hay mayor victoria que no rendirse.
Rediseñar tu vida: del miedo al propósito
Muchos me han preguntado cómo he logrado equilibrar lo profesional con lo personal. Y la respuesta es sencilla, aunque no siempre cómoda: diseñé mi vida. A medida. Con esfuerzo. Con renuncias. Cambié la lógica de vivir para trabajar por la de trabajar para vivir con sentido. Reconozco que tras 10 años, tengo que seguir mejorando muchos aspectos. Pero cuando miro atrás, digo ¡wow!
“Lo que no nos mata, nos hace más fuertes”, decía Nietzsche. Y es cierto. Cada golpe me dio claridad. Cada noche difícil me recordó por qué empecé. Porque lo que estaba construyendo no era solo una empresa, era un legado.
Para mis hijos, y para quienes estén en ese cruce de caminos
Guillermo con su 17 años y Marcos con sus 14 años, están poco a poco llegando a cubrir una gran etapa de sus vidas. Al mayor le esperan grandes cambios, y donde cada vez tomarán sus propias decisiones. Me gustaría que si algún día leen este contenido pueda servirles de inspiración. Para que entiendan que el éxito, el de verdad, no se mide en cifras, sino en coherencia, en presencia, en los abrazos que no se pierden. Desarrollar su vidas respetando y haciendo crecer su valores y entender que tienen la capacidad de diseñar sus vidas (Life Design, Conferencia TED por Dave Evans)
Y también es para ti que estás leyendo esto, si alguna vez te has sentido atrapado entre lo que debes hacer y lo que tu alma te pide. Si tienes miedo, es buena señal: significa que vas en serio. Porque el camino del propósito no es cómodo, pero sí es verdadero.
El impacto positivo causado en la personas
Estos días me he reunido con el equipo casi al completo en la sala de juntas del parque científico en La Laguna.
Teníamos dos razones importantes, la primera es celebrar el nacimiento de un nuevo desarrollo que convertirá a BeAmbassador en un plug & play. El segundo agradecer a los chavales en prácticas su desempeño (David, Jesús, Ana y Zayda), ganas de aprender y evolución en casi 3 meses.
La conversación se desarrolló en un ambiente distendido y jovial. Llegamos a un punto en el que cada uno expresaba su experiencia en la empresa, desde esas llamada inicial mía hasta lo aprendido, sus expectativas, miedos y cómo habían podido avanzar desarrollando su actividad profesional.
Oír de voz de la otra persona la experiencia del origen de la relación como es el caso de Alejandro Ruíz responsable de soporte, vinculado al proyecto desde 2016, o recordando a otros compañeros que han creado empresas tras su paso, realmente no tiene precio.
Es muy reconfortante ver el impacto positivo y cómo para muchos por no decir la mayoría, la experiencia vivida formará parte de sus vidas y ojalá apliquen y mejoren en un futuro la cultura que he desarrollado en la empresa en sus propios proyectos de emprendimiento.
El trabajo orientado a objetivo, la flexibilidad horaria, la flexibilidad de trabajar desde cualquier parte, el desarrollo profesional, el salir continuamente de zonas de confort, la confianza, compromiso, el trabajo en equipo, protocolos, procesos y la especialización han contribuido a forjar esa cultura.
Conclusión
He aprendido que la libertad no es hacer lo que quieras, sino poder vivir fiel a tus valores. Que el sacrificio solo duele cuando se olvida el por qué. Y que el tiempo, una vez perdido, no vuelve.
Elegí el camino difícil. Porque era el que tenía alma. Y porque sabía que, aunque doliera, era el único que me haría sentir vivo.
De no haber tomado la decisión de cambiar, posiblemente hoy, 10 años más tarde me seguiría preguntando ¿y si lo hubiese intentado?
Si estás en ese punto de inflexión, recuerda: no puedes controlar el viento, pero sí cómo ajustas las velas.
Diseña tu vida. Sé dueño de tu tiempo. Y no tengas miedo de romper con todo si es para construir algo que te represente de verdad.